Controversia causó en España la exhibición del cuerpo disecado de un guerrero africano, que se encontraba detrás de una vitrina con un traje aborigen. El hombre que causaba tanto horror como fascinación era parte de los animales expuestos en el Museo Darder, en Girona.
A principios del siglo XIX, era casi una moda recolectar animales salvajes alrededor del mundo, traerlos a casa, embalsamarlos y mostrarlos casi como un trofeo de caza. Pero un comerciante francés fue un poco más lejos: trajo el cuerpo de un guerrero africano, lo disecó y lo dejó disponible para ser exhibido en un museo.
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