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Las cenizas de Juan Gabriel llegaron a su casa de Ciudad Juárez y los alrededores se convirtieron en una fiesta. Una multitud quiso despedirse del artista mexicano cantando durante horas su música. Pasión a raudales con la que sus seguidores demostraron que esta urbe sigue amando a su divo.
Comento una fan! “Me sé todas sus canciones, todas y cada una de ellas. De hecho las sé mejor que él porque a veces alguna se le olvidaba. Sé todo sobre su vida”.
Había quien se emocionaba al recordar alguno de sus temas preferidos, otros que se enorgullecían de poseer todos y cada uno de sus discos y también estaban los que no tenían palabras suficientes para halagar la figura del artista. “Nos dejó un legado de perseverancia, humildad y calidad humana muy grande”, ha afirmado una de sus fans.
Pero si alguien ha acaparado la admiración de los asistentes fue una de sus seguidoras colombianas que viajó desde su país hasta Ciudad Juárez para asistir a la despedida al divo. “Perdí a mi hijo mayor, así que ‘amor eterno’ me llegó mucho”, cuenta.
Fervor y euforia por el artista que se transformó en solemnidad durante la misa que ha oficiado el obispo de la ciudad, José Guadalupe Torres. Pero la música volvió a sonar al fin de la homilía de la mano de la Sonora Santanera y algunos músicos amigos del cantautor. Una noche que promete ser larga. Al menos, no es fácil encontrar entre el público a alguien que se plantee dejar de festejar al gran mito de la canción.
Y es que entre la multitud de seguidores, un buen número reconoce que sus vidas han quedado marcadas por sus canciones. Algunos recuerdan los temas que les acompañaron tras la muerte de un ser querido, otros enumeran las canciones con las que superaron una ruptura amorosa, mientras que hay quien rememora aquellas con las que se enamoró. Entre quienes le dicen adiós al cantante hay mil motivos para idolatrar al divo.
COMENTO UNA FAN “Recuerdo que de pequeña nos formábamos frente a la casa de Juan Gabriel cuando sabíamos que estaba allí para que nos repartiera despensas (alimentos)”, relata Adriana que actualmente vive en Estados Unidos pero procede de esta ciudad del norte de México. Ella ha esperardo durante más de 12 horas el comienzo de los actos de homenaje que se celebran junto a la casa del ‘Divo de Juárez’. Una mansión que desde el pasado domingo se ha convertido en un improvisado altar al artista. Flores, mensajes de amor, pancartas que parafrasean sus canciones… Las muestras de cariño se agolpan en este punto de la avenida 16 de septiembre de la ciudad, pero entre todas ellas hay una que acapara toda la atención: la enorme corona de rosas blancas que Luis Miguel ha hecho llegar hasta el lugar.
Es el sentido adiós que Ciudad Juárez le ofrece a su divo. Una despedida que se prolongará en el tiempo. En esta urbe fronteriza, en la que vivió en la adolescencia el artista, descansarán sus restos. Su casa será un museo, la ciudad lo ha nombrado hijo predilecto y la Gran Plaza será rebautizada con su nombre. Todo para hacer aún más eterno al mito.
En luto desde el pasado domingo cuando falleció el artista, Ciudad Juárez le está rindiendo este sábado uno de los más emotivos homenajes a su ídolo. A un cantante que en esta ciudad pasó de padecer el desarraigo a emprender una carrera musical que llegó a lo más alto. Aquí se escapó con 13 años de la institución social en la que fue internado y tuvo que trabajar de niño, hasta que la música lo rescató del olvido.
Un homenaje que se trasladará el lunes a la Ciudad de México. El emblemático Palacio de Bellas Artes, que también sirvió para rendirle tributo a Chavela Vargas o Mario Moreno Cantinflas, ha sido el recinto escogido para que la gran urbe se despida del mito. Será el adiós oficial tras un sinfín de improvisados festejos que en la última semana le han dedicado al artista.
Ciudad Juárez se despide de un artista que traspasó fronteras y rompió las barreras de clase y las divisiones de género y orientación sexual. Le dice adiós pero en realidad Juan Gabriel se queda. Aquí reposarán sus restos, sobre la repisa de la chimenea de una mansión a la que entró como hijo de la señora de la limpieza y de la que acabó siendo propietario.
